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Teatro Noh
Es producto de un tiempo político y social. El Teatro Noh surge en el siglo XIV, periodo feudal Muromachi, en pleno esplendor del Bushido –camino del guerrero-, pero superadas ya las disciplinas ‘espartanas’ del periodo Kamakura y en un momento en el que alcanza altas cotas de poder político, no sólo militar, y ambiciona promocionar las artes y la cultura como vía de expansión interior del hombre.
El Teatro Noh está impregnado de budismo Zen, integrador en sí mismo de raíces sintoístas, y se adentra en la épica y en la lírica del samurái.
Desde el punto de vista dramático recoge elementos procedentes de la más antigua representación teatral de Oriente, siendo producto refinado y síntesis ordenada de una tradición que incluía tres formas de representación que integraban canto, poesía, música, danza, drama y mimo.
Estos tres precedentes teatrales son:
- Kagura, de tradición sintoísta, se representaba en dos partes, la primera convocando al Kami -deidad sintoísta-, la segunda personificando su presencia en una efigie de máscara grande y grotesca a la que se proporcionaba entretenimiento y alabanza. Reminiscencia de esta llamada a los dioses es la danza de Okina con la que tradicionalmente se iniciaban las sesiones de Noh.
- Gigaku, de origen chino pero con influencia india y persa, e impulsado por el príncipe Shotoku (introductor del budismo en Japón y considerado fundador legendario del Teatro Noh). También aquí aparecen también máscaras grotescas y de gran tamaño en procesiones de celebraciones budistas.
- Bugaku, de origen indio pero también con influencias centroasiáticas, chinas y coreanas. Se trataba de una danza de carácter cortesano y aristocrático, bailada al ritmo de una música denominada Gagaku en donde también aparecían máscaras con rasgos terroríficos pero de menor tamaño que las anteriores y acompañadas de un rico vestuario. Bugaku, como rito religioso, impregnaba el ambiente de una atmósfera ultraterrenal de tempo largo, de movimiento lento y solemne. Máscaras pequeñas, rico vestuario, solemne parsimonia, todo esto se incorporaría al posterior Noh dotándolo de algunos de sus hechos más distintivos.
Del Bugaku, derivó el Dengaku -cantos y bailes de los arrozales- y el Sangaku -acrobacia, mimo, espectáculo-; la confluencia de ambos configuró el Sarugaku que en un principio era una danza cómica y popular pero que posteriormente, haciendo suyas las plegarias Ennen -rezos y danzas propiciatorias de alto contenido poético- se constituyó en el denominado Nohgaku -entretenimiento completo o representaciones de carácter variado- que incluía algunas piezas de Kyogen -teatro cómico generalmente dialogado- también derivado del primitivo Sarugaku.
Entre las diversas compañías de teatro del siglo XIV, la del Santuario de Kasuga, en Nara, dirigida por Kan’ami (1333-1384) y posteriormente por su hijo Zeami (1364-1443), encontró decidido patrocinio en el joven shogun Ashikaga Yoshimitsu (1358-1408), dotado de una gran sensibilidad y relacionado sentimentalmente con Zeami. Esto, junto a la genialidad de las dos figuras teatrales mencionadas, hizo que se fijaran las bases del entonces denominado Nohgaku.
Nohgaku, desde la restauración imperial Meiji (1868-1912) se denominó Teatro Noh, literalmente escenificación del talento.
Teatro Kabuki
La formal solemnidad del Noh estaba reservada exclusivamente para las élites socioculturales y políticas del país, nunca estuvo al alcance de las clases populares para las que el entretenimiento era un lujo inalcanzable.
Dos siglos después, siglo XVII, emergía una creciente burguesía que, si bien tenía limitado el escalado social, contaba ya con un desarrollo económico que le daba para ambicionar cultura y diversión, en la cual el Teatro Kabuki, junto a Bunraku –teatro de marionetas-, encontró una muy favorable acogida.
No es una evolución del Noh aunque de él toma algunas de sus temáticas. Todo empezó en los albores del siglo XVII cuando Okuni, una sirvienta del templo de Izumo, y otras bailarinas comenzaron a cantar y danzar al aire libre sobre cauce seco del río, cerca de Kioto. Empezaron representando la brevedad de la vida, la incontrovertible muerte, la espiritualidad del budismo y la perversión materialista. Sin embargo, animadas por el éxito, fueron introduciendo temáticas más frívolas y temporales que incluían tanto la crítica social como escenas eróticas relacionadas con enredos amorosos de samuráis y cortesanas con el consiguiente exhorto de las alegrías y las pasiones de la audiencia.
Al término del espectáculo, los más pudientes espectadores rivalizaban por los favores sexuales de las bailarinas con las consiguientes trifulcas y desórdenes públicos que motivarían al régimen de los Tokugawa para prohibir en 1629 el acceso al escenario de las mujeres. Serían entonces sustituidas por ágiles y dinámicos jóvenes que lejos de mitigar los desórdenes públicos los enardeció, en una sociedad en la que la relación homosexual era socialmente tolerada. En 1652 se estableció que el acceso al escenario sería sólo y exclusivo para hombres maduros, y así permanece en la actualidad con algunas excepciones propias de la modernidad actual. Nació entonces el onnagata, actor especializado en representar papeles femeninos sobre el que mucho se ha escrito.
Tras periodos de decaimiento y resurgimiento, el Japón actual ha rehabilitado su teatro clásico y actualmente es el Kabuki el más popular y representado.
José Antonio Giménez Mas
Interesante muy interesante. Gracias.
Muchas gracias de nuevo por compartir con todos nosotros estas explicaciones tan claras y atractivas que nos ayudan a conocer cuestiones tan complejas de las múltiples tradiciones de la cultura japonesa y sobre todo por esas maravillosas imágenes con las que las acompañas.
Espero poder acudir pronto a la exposición del Paraninfo, mientras tanto recibe un fuerte abrazo de tu excompañero de arte japonés. José Miguel
Gracias, José Miguel, te adelanto que planificamos otra visita guiada para antes de Navidad, como siempre de la mano del maestro, David. Un abrazo.
Por favor avísame de la fecha, ya sabes que con sus comentarios la exposición incrementa su interés en un 100%. Un abrazo
Sí, por supuesto, hubo gente que no pudo venir el otro día y merece la pena.