Amateratsu1, diosa de la luz, se encerró en la caverna enfadada y herida por las tropelías de su hermano Susanoo2 condenando así al mundo a un eclipse perpetuo en donde quedaba abolida la cadencia cíclica del día y la noche3. Noche trágica.
Susanoo envidiaba los éxitos agrícolas de Amateratsu e instigaba contra ella con sus maleficios. La oscuridad propiciada por el encierro de Amateratsu provocaría la suspensión de todas las cosechas, las suyas y las de su hermano, pero también condenaba al ostracismo al mundo viviente y a los ocho4 millones de deidades del Olimpo japonés.
La risa y la alegría les salvó. Omohi Kane, deidad de la sabiduría y de la inteligencia, lo ideó todo.
Consultó al oráculo por medio de la combustión de la escápula5 del ciervo, arrancó de cuajo un ejemplar arbóreo de Sakaki6, fabricó un espejo7, construyó un collar de 500 cuentas de jade y todo lo dispuso como ofrenda a la puerta de la caverna de Amateratsu; y los dioses lo bendijeron.
Planíficó entonces el canto unísono de todos los gallos8 del mundo y el atronador baile de Uzume, diosa de la danza, la fertilidad y la felicidad. Uzume bailó entregada, sin freno ni contención, pateando con gran estruendo sobre el cubo que la sostenía y, al retumbar del suelo bajo sus pies9, entró en trance10 y se mostro desnuda. Los ocho millones de deidades se sumaron a la fiesta y bailaron, cantaron y rieron sin mesura.
¿De qué se ríen?11, se preguntó Amateratsu, -de las muchas oraciones que me han dirigido, nunca había escuchado una más hermosa-, sin embargo, deberían estar consternados en un mundo de tinieblas.
Y la perpleja curiosidad de la diosa propició el cambio. Amateratsu abrió levemente la puerta de su caverna y Uzume la provocó, -una diosa más digna que tú nos ha devuelto la alegría-, y Amateratsu continuó abriendo la puerta hasta verse reflejada en el espejo, momento que el dios Tajikara, deidad que encarna la fuerza, aprovechó para tomarla firmemente de la mano y sacarla, sin vuelta atrás, de la caverna.
Y la luz se hizo, nuevamente.
Fue la danza y el baile de Uzume, y la alegría y la risa de los dioses, también la curiosidad y el enfado previo de Amateratsu. Todo nos alumbró.
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Notas técnicas
- Amateratsu, es una deidad central del Olimpo sintoísta del Yamato, región central en torno a la cual se configuró Japón. Es hija de Izanagi e Izanami, dioses que dieron firmeza y solidez a las islas flotantes y la Tradición afirma que de ella arranca la línea sucesoria que desemboca en la dinastía imperial actual.
- Susanoo, hermano de Amateratsu y por tanto también hijo de Izanagi e Izanami. Es una deidad impura, impetuosa, rebelde, dios de la tempestad, relacionado con la serpiente, dios de ultratumba. Esta diferencia parece arrancar de las viejas rencillas del Yamato con la región de Izumo que terminó por someterse y de la que es dios tutelar.
- El temor a que un día cesara la alternancia del día con la noche instituyó ritos religiosos que se celebraban al principio del invierno, época del año en la que la duración luminosa del día es más corta.
- Ocho, simboliza la infinitud, todas las cosas, todas las estrellas del universo, todas las deidades del Olimpo. Este símbolo halla antecedente en la simbología china, ocho son los movimientos de I Ching, libro de las mutaciones, que combinados entre sí dan las 64 posiciones del universo cíclico.
- En la tradición sintoísta se quemaban escápulas de ciervo; en la tradición china caparazones de tortuga. Las fisuras que el azar de la combustión ósea trazaba eran interpretadas como mensaje oracular, mensaje o consejo divino.
- Sakaki, árbol sagrado en el imaginario sintoísta. No es el mismo que finalmente se ha representado en el fondo del escenario del teatro Noh pero posiblemente simboliza lo mismo
- El espejo es una de las tres insignias del tesoro imperial japonés y se custodia en el Santuario de Ise. Las otras dos son la espada y un collar de cuentas de jade.
- El canto del gallo alude al amanecer.
- Este retumbar está muy presente en el teatro Noh cuyo escenario de madera encierra bajo su superficie una serie de cubos que amplifican el susurro de los pasos y los golpes de la danza.
- El trance alude al carácter religioso, mágico o chamánico del momento. Como el teatro Noh.
- ¿De qué se ríen? El Nihongi (historia del Japón siglo VIII) pone en boca de Amateratsu las siguientes palabras precediendo a la apertura de la caverna: “De las muchas oraciones que me han dirigido, nunca había escuchado una más hermosa”.
Referencias
Infinitas. Me atrevo a recomendar una: Carlos Rubio, “Los mitos de Japón. Entre la historia y la leyenda”. Alianza Editorial, 2012.
Suyas son estas perlas:
El hombre de todas las épocas ha vivido inmerso en los mitos, como el pez en el agua. ¿Podría el pez preguntarse lo que es el agua?
Nuestra sociedad duerme en el lecho acolchado de la razón, la hija de logos. ¿Cómo podremos saber qué es el mito irracional si no podemos dejar de respirar el aire de la razón?
José Antonio Giménez Mas
Nadie como los orientales para describir poeticamente sus historias y leyendas…
«Fabuloso» en dos sentidos…. saludos,
Cuanto sabes, siempre te digo lo mismo, pero verdaderamente me sorprendes. Ya se por Blanca que la expo fue un éxito, no esperaba menos. A ver cuando voy a verla. Por cierto, el cuadro de la japonesa es precioso, fino, etéreo, maravilloso.
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