Ya brota el invernal ciruelo
Ya cantan los pájaros como el profeta
Perplejo contemplo las hierbas de primavera
intentando anidar sobre el peldaño de jade.
Wang Wei
(english)
Wang Wei (701-761), poeta, músico, pintor, calígrafo, ensayista y filósofo de profundo sentido religioso, terminó sus días como budista Chan. Llamado el buda de la poesía y el poeta pintor, fue hombre de su tiempo y supo sintetizar la educación y ética confucianas con la espiritualidad del budismo. Admirador de Vimalakîrti, discípulo laico del buda Shakiamuni, supo integrar sus labores de servicio a la sociedad con su inclinación lírica (poesía y pintura) y religiosa.
El vacío, la vacuidad, es un término frecuente en sus versos. A él se atribuyen dos invenciones, de una parte la pintura panorámica con diferentes puntos de visión destinada a rollos horizontales, de otra la pintura monocroma a la aguada de tinta china. De ésta, la inmediatez caligráfica, de aquella, la secuencia temporal, aspectos ambos de la poesía inyectados en la pintura. Cultivó el jueju, una de las formas más breves de poema: sólo en la brevedad cabe el Zen (Chan en China).
En pintura, aunque no se conserva ninguna de sus obras, es el referente más antiguo de la mencionada pintura monocroma expresada libremente, con inmediatez, que habría de encontrar su mayor desarrollo tanto en la China de los Tang (618-906) como en la de los Song del Sur (1127-1279) así como en un Japón nuevamente abierto e impresionado por la sofisticación cultural del gigante continental.
A las escuelas del sur, época Tang, se atribuye el concepto de paisaje de memoria, Kuo-hua, o pintado de memoria, elaborado en la intimidad del estudio, transmisor de pensamientos y sentimientos sinceros del alma del artista, nunca con pretensión realista.
Una buena copia es como una partitura musical bien interpretada. Copiar a los maestros fue una actividad bien vista en China, tanto para aprender de ellos como para hacerlos objeto de homenaje. Se entendía que era un modo de difundir su arte e influencia, no había ningún problema en reproducir incluso su firma y estampar sus sellos. De ahí una dificultad añadida para la catalogación. En algunas pinturas que formaron parte de colecciones importantes se ha podido hacer el seguimiento gracias a la traza que dejaban sellos e incluso comentarios alusivos a la obra por parte de sus propietarios y admiradores. El estilo y calidad de las pinturas de Wang Wei y sus contemporáneos nos ha llegado a través de las copias que sus seguidores ejecutaron, generalmente de muy buena calidad y además muy valoradas.
El paisaje de grandes espacios evoca soledad, inmovilidad, perenne eternidad. Sin embargo, frente a esa apariencia estática, los trazos del buen artista han de estar cargados de vida, de Qi, de energía, transmitir el estado de su alma, su experiencia espiritual. Los distintos y ricos matices de la tinta, desde el blanco al negro, gama de grises, lavados, transmiten brumas, nubes, luces, niveles de profundidad que los pintores chinos y japoneses lograron, desde Wang Wei, con gran maestría.
La pintura china, desde entonces, buscó aprehender el mundo cósmico con pretensión de acceder a regiones ocultas de naturaleza espiritual, pintura meta-física, corazón sensible a lo que es oscuro a los ojos. Su lenguaje son los símbolos, su destino es ser soporte de la meditación, tanto del pintor como del observador, ser camino, vía para vislumbrar el nirvana. Los pintores del budismo Chan, como antes los poetas, comenzaron a expresar así la inexistencia, la vacuidad, el hallazgo fugaz e instantáneo tan próximo conceptualmente a la iluminación, embriaguez espiritual, vino de la inmortalidad.
José A. Giménez Mas
URBAN GALLERY (.pdf): http://www.urbangallery.es/enlaces/oriente1.pdf
Confieso que aún me cuesta hacerme una idea adecuada, José Antonio, es todo tan nuevo para mí, siendo tan antiguo… Pero mejoraré.
Gracias, y un muy afectuoso abrazo.
Bienvenido, amigo Paco. Caminaremos juntos, compartiendo. Un abrazo.
Así será José Antonio. 🙂 Otro abrazo para ti.
Muchas felicidades.
Estimado José Antonio, me he alegrado mucho de recibir de nuevo noticias tuyas y sobre todo , por que veo que
con éste nuevo blog, éstas serán más frecuentes.
Te he comenzado a escribir una pequeña reflexión a propósito de tu comentario sobre Wang Wei y se me ha cortado a mitad
seguramente por mis pocas habilidades con éste tipo de cuestiones informáticas, por tanto, te lo voy a volver a comentar
aquí.
Te decía que tras la lectura de tu comentario sobre Wang Wei, no he podido evitar que me hayan venido a la cabeza 2 de los paisajistas del barroco más conocidos; Nicolas Poussin Y Claudio de Lorena, los 2 partían para efectuar sus paisajes de una profunda reflexión previa, de una contemplación detallada de la Naturaleza y de las obras que el hombre introduce en ellas. Los 2 elaboraban sus paisajes encerrados en sus estudios y aunque parecieran espontáneos, en ellos, todo estaba pensado y dispuesto al milímetro. Sus fines sin embargo no fueron los mismos; Poussin en sus paisaje en completa calma, como el de » Paisaje con los funerales de Foción» buscaba motivar la filosofía estóica, en el espectador que contemplaba su obra y que éste supiera afrontar su destino desarrollando la virtud. Claudio de Lorena por otra parte, dejaba la historia de sus cuadros, de títulos muy largos en segundo plano, para destacar en ellos la poesía de la luz que introducía en ellos.
Wang Wei, añadía aun, otra dificultad, la monocromía, pero en el fondo, poseen muchas similitudes, son hombres sensibles que quieren promover la reflexión a través de sus pinturas.
Perdona que te haya metido este rollo, pero ya sabes que a los que nos gusta el arte siempre vamos buscando paralelismos.
A lo que vamos, que muchas gracias por acordarte de mí y que me alegro mucho de que sigas desarrollando esa faceta, de las otras muchas que tienes de lo Oriental. Espero tus noticias.
Gracias, José Miguel, decididamente es un lujo tenerte por aquí, leer tus comentarios y hasta sentirnos arrancados de la pacífica meditación oriental para ser llevados al lujo del Barroco europeo. Y no para señalar diferencias, que es lo que todo el mundo hace, sino para apuntar afinidades. Todo un reto
Yo, humildemente, señalaré otra diferencia, es la presencia del hombre, tan diferente en ambos mundos. Mientras en la Europa del Barroco el hombre y todo lo humano eran los protagonistas, sobre un paisaje -generalmente preciosista- de fondo, en Oriente, especialmente en el paisaje chino, la presencia humana, incluidos casas, puentes, barcas, etc. son apenas insinuados, simplemente para remarcar que son una parte más de la naturaleza, sin protagonismo ni dominio.
Y otra, el vacío, tan patéticamente ausente en nuestros lares se enseñorea con su paradójica presencia en el arte de Oriente.
Un abrazo.