Aprendizaje, Enseñanza, Estudio, Ciencia…, con algunos de estos términos y otros más se ha traducido el título del primero de los cuatro libros clásicos (shu) de Confucio1 (551-479 a.C.). Es el más breve pero se le considera la llave para entender el resto de su producción.
Las traducciones que he consultado difieren, tanto en su estructura como en su vocabulario, quizás en un intento de adecuar el mensaje al momento, al lugar y a la lengua occidental a que se vierte, pero básicamente coinciden en su significado:
- Individual y colectivamente, el hombre debe cultivar los dones que la naturaleza le ha dado.
Diálogo en China
- Desde el más humilde de los hombres hasta el más elevado debe comprometerse en su auto-perfeccionamiento.
- El hombre cultivado logra calma y armonía para su espíritu.
- Un espíritu en armonía y en calma proyecta bondad en sus actos y dirige su corazón hacia el amor al prójimo2, incluido el amor a uno mismo3.
- La educación es esencial para el perfeccionamiento social y universal.
- La calma y armonía del hombre cultivado le permite reflexionar serenamente sobre el origen y el destino de sus actos.
- Toda acción tiene causas y consecuencias.
- En el desarrollo de toda acción deben reconocerse las causas que la originaron4. Si así es, estamos en el camino. Perseverar.
- El deseo de cambio social o de gobierno debe empezar por uno mismo5.
- Gobernar, en lo pequeño y en lo grande6, requiere sinceridad, honestidad, ejemplaridad y conocimiento.
- Gobernar con conocimiento, ejemplaridad, honestidad y sinceridad conduce al logro.
- Debe diferenciarse lo esencial de lo secundario y establecer acciones diferenciadas y ordenadas por prioridades.
- El gobernante debe amar lo que el pueblo ama.
Parece tan sencillo.
Comentarios:
- La estrella de Confucio brilló irregularmente en los distintos periodos de la historia de China pero fue con los Song (960-1279) cuando su luz fue reivindicada y recuperada definitivamente. Este periodo de la historia china se corresponde con una de las épocas de mayor esplendor en el arte, la consagración de las aguadas a la tinta china y de la caligrafía de los letrados.
- Por selección natural y de acuerdo con las leyes de la evolución darwinista, las sociedades cooperativas fundamentadas en el altruismo y la compasión se organizaron mejor y prevalecieron. No en vano, el concepto de amor al prójimo es un valor generalizable y prueba de ello es que constituye una “Regla de Oro” presente en todas las religiones y pensamientos como una proyección que trasciende al individuo, y que protege a la especie.
No se trata de una conquista exclusiva del hombre. El sentimiento compasivo o de amor hacia sus semejantes está presente también en algunos animales superiores y asienta en estructuras cerebrales relacionadas con la generación de bienestar y sentimientos de recompensa y cuyo desarrollo filogenético es bastante primitivo. Sólo la activación de instintos básicos aún más ancestrales (comer, luchar, huir y reproducirse) ligados a la prevalencia del ego más primario logran imponerse sobre los intereses del grupo.
Por el contrario, y en relación con la llamada de Confucio al auto-perfeccionamiento, trascender la emoción de lástima desde el primitivo terreno de lo instintivo hacia una actitud consciente, compasiva solidaria y empática es una facultad superior que puede ser potenciada y aprendida y que hoy sabemos que se fundamenta en la activación de las denominadas neuronas en espejo localizadas en áreas cerebrales de neocortex. Es otro nivel y está a nuestro alcance.
El arte, influyendo en nuestras emociones induce calma, armonía, bienestar, o turbación generadora de análisis y replanteamiento, nuevas visiones. Evocando vivencias propias o ajenas, el arte nos abre a la comprensión y a la empatía, o al fundamentado rechazo, reproduciendo a pequeña escala estados emocionales que suscitan igualmente la activación cerebral superior y predispone su potencial desarrollo.
- El amor a uno mismo no es un ejercicio de egoísmo, es la referencia para el amor al prójimo. “Nada deseas al prójimo que no desees para ti mismo”, “tratas a los otros como deseas que te traten a ti” (también lo dijo Confucio). Si nos tratamos a nosotros mismos con dureza o con desprecio, también lo haremos con los demás.
- Confucio evoca aquí la ecuanimidad y el discernimiento, observar sin prejuicios. Analizar con información y conocimiento las causas y los propósitos de las acciones en evitación del “hacer por hacer”, del “siempre se ha hecho así”.
- Gandhi también lo dijo, que el cambio ha de empezar por uno mismo. La auto-superación, trasciende a todos los seres. La competitividad para prevalecer sobre el otro –el “yo primero”- es un error que sólo conduce a pequeños logros individuales, sin trascendencia cósmica.
- En lo macrocósmico y en lo microcósmico, en la gobernación del mundo o del país, o de uno mismo en su casa.
José Antonio Giménez Mas

Bambú
Siempre me sorprendes, que pasada y que bonito todo lo,que has escrito. Has profundizado un monton en la filosofía oriental, a mi me resulta muy dificil. Enhorabuena y muchos besos
Enviado desde mi iPad
muchas gracias Jose Antonio por compartir en este espacio tus aprendizajes que se convierten en enseñanzas para nosotros Un abrazo josemari
Compartir es un privilegio muy reconfortante, un vayven, siempre retorna. Un abrazo y gracias.
«Si nos tratamos a nosotros mismos con dureza o desprecio, también lo haremos con los demás». Cuán cierto, y qué fácil se nos olvida a los educados en el catolicismo.
Confucio y Lao Tse, son parte de «Mi camino», filosofías muy importantes. Un afectuoso saludo.