PROVERBIO CHINO:
“Un poema es una pintura invisible
una pintura, un poema visible”.
(english)
Escritura y pintura tienen un mismo origen, como la poesía, comparten la misma esencia, también la caligrafía que, siguiendo el proverbio, podría ser una pintura escrita o un poema pintado.
Con frecuencia, especialmente desde la dinastía Yuan (1271-1368), pintura y poema comparten una misma obra. No se subordinan, la pintura no es ilustración del poema, el poema no explica ni comenta la pintura. Ambas coexisten, se complementan y se enriquecen.
Objetivos comunes, sin embargo, poesía y pintura, tienen propiedades antagónicas. Mientras la poesía, con la palabra como herramienta, habita en la abstracción, la pintura lo hace en lo concreto y se vale de la imagen. La pintura penetra por la mirada, la poesía por el intelecto.
Poesía y pintura, intentando traspasar sus propias limitaciones, trasponen e intercambian objetivos. Se elogia la poesía colorista, generadora de imágenes que trascienden la gramática que las genera; se elogia la pintura que elude la forma, o la sugiere migrando a espacios informes, trazos en movimiento, nubes y brumas, tamiz en espacios abiertos, vacíos; el mar es la montaña, la montaña es el mar. Tenue aguada a la tinta china de los letrados.
Los letrados eran funcionarios altamente cualificados que daban soporte técnico al estado. Eran además calígrafos y poetas y su incursión en la pintura, distanciándose del pintor de oficio, elevó exponencialmente la consideración del arte, aportando lirismo y espiritualidad a una poética de la naturaleza que, como sus propios sentimientos y emociones, respondía a cambios cíclicos con ricos matices.
Los mandatarios Yuan eran extranjeros, de origen mongol y desconfiaban de los letrados chinos que fueron relevados de las responsabilidades más altas del estado. El extraordinario desarrollo de la pintura subjetiva de los letrados, anhelante de espacios abiertos, vida retirada en libertad, contemplación e identificación simbólica con elementos de la naturaleza como bambúes y orquídeas, crisantemos y ciruelos, bien pudo ser una respuesta de escape ante la opresión de los mongoles y la búsqueda consiguiente de señas de identidad propias, tanto de su mundo íntimo y personal como de pueblo.
La caligrafía suelta y libre, evolucionando hacia trazos progresivamente más enérgicos y espontáneos, reflejo de un profundo impulso vital, acabó por encontrar su propio desarrollo plástico, libre de toda función utilitaria, ajeno incluso a la escritura. Pese a su aparente desestructura y anarquía, la caligrafía está sujeta a reglas. El desinhibido pincel puede enlazar y transformar caracteres instintivamente, pero el equilibrio posicional de trazos y caracteres así como la consiguiente generación de columnas o líneas, en equilibrio con los espacios blanco, ha de constituir un todo armónico irrenunciable. En el trazo se detecta al verdadero artista.
Los letrados, apoyándose en sus propias herramientas y habilidades, encontraron un estilo propio para exteriorizar sus sentimientos y emociones. Tinta y pincel sacaron provecho del impulso interior del trazo caligráfico.
Pintura, ‘a la manera’ del calígrafo, con pinceladas más escritas que pintadas.
José Antonio Giménez Mas
URBAN GALLERY (.pdf): http://www.urbangallery.es/enlaces/oriente8.pdf
Cuanta delicadeza tiene el pueblo chino
Es verdad, es todo tan sutil…